Un atento respeto a la norma, genera responsabilidad y engrandece al Hombre

Un atento respeto a la norma, genera responsabilidad y engrandece al Hombre

Lic. José Miguel Toro

Argentina

La realidad que nos muestran los medios de comunicación y la experiencia personal misma, que cada uno de nosotros tenemos a diario, me hizo pensar algunas cosas. Pensamientos, muy básicos, que deseo volcar en estas líneas.

Una mentalidad naturalmente filosófica motiva a que busquemos las causas que explican un determinado fenómeno. Y esta mentalidad me llevó a buscar una razón casi primera, en el horizonte de la historia que nos daría algo de luz para saber el porqué del fenómeno que experimentamos a diario.

Leyendo un texto tan antiguo en su contenido, como la historia del hombre mismo, como es la Biblia, encuentro un pasaje que a priori me da las razones que explicarían, al menos parcialmente, el fenómeno.

En el libro del Génesis en su Cap.2,16-17;3,1-15, encontramos algunos elementos en los cuales propongo detenernos.

Allí, encontramos a Dios, dialogando con Adán y Eva, y en ese diálogo, se plantean la particularidad que hacen a una convivencia armónica, ésta necesita de un respeto mutuo por el otro. Este respeto, engrandece al que lo ejercita, porque es la manifestación de un determinado nivel racional, o diríamos, para expresarlo en otros términos, una conducta exclusivamente humana, porque necesita de una reflexión previa y una apertura posterior. Reflexión que solo se produce en un tipo de inteligencia liberada de la materialidad, que es netamente determinante, y de todo tipo de limitación para ejercer la operación de la re-flexión.

Pero esa actividad, eminentemente intelectual, la re-flexión, necesita ser aprendida, y el aprendizaje se consigue solamente por medio de la formación. Nosotros, las personas, necesitamos aprender a usar nuestra inteligencia y a reflexionar de forma correcta, esto es, debido a que no nacemos con los conocimientos necesarios para desenvolvernos en la vida, no tenemos la ciencia infusa al momento de nacer. Este ejercicio me permite y, nos permite, aprender, y por ello, valorar, algo que se denomina respeto, en este caso, por el otro o hacia el otro. Es un ver en el otro un valor que me obliga a reconocer su espacio y su lugar, dentro del cual ejerce naturalmente su libertad. Este respeto, que tenemos por el otro, en la medida en que lo ejercemos, también se manifiesta en un efecto, totalmente positivo hacia nosotros. Por lo que, lo que realizo al otro, también tiene beneficios en mí. Desencadenando un crecimiento mutuo.

En el pasaje bíblico mencionado, la propuesta de Dios a la pareja humana, “es respetar la norma o la ley, a los efectos de convivir armónicamente. Esta norma, esta significada por un árbol que a su vez tiene frutos. La indicación señala la necesidad de no comer de su fruto, es decir, respetar los frutos del árbol, respetar la norma y sus frutos”.-( Cfr.Gn2,16-17)

El hombre y la mujer, en este caso, tienen la posibilidad de tomar decisiones por  medio de una riqueza exclusivamente humana, la libertad. Esa libertad, le permite optar entre lo correcto y lo incorrecto, pero, al igual que el uso de la inteligencia, también, necesita ser educada, para poder ser ejercida correctamente, papel que le corresponde a la educación. Es decir, necesitamos  aprender a elegir lo correcto, porque en ello está en juego nuestra comunidad, en la cual todos participamos de una u otra manera.

En el pasaje que venimos analizando, “la pareja humana ejerce incorrectamente su libertad, es decir, decide en contra de su propia naturaleza, decide ser más de lo que puede, decide aspirar a algo que naturalmente no puede. Decide ser como Dios. Y lo decide desde su ser criatura. Lo cual implica una contradicción nefasta por sus consecuencias”.-(Cfr.Gn.3,4-5)

Ahora ese error en la decisión, no es gratuito, como tampoco es inocente, es una decisión tomada con toda conciencia. “La pareja humana responde a la sugerencia de la serpiente, sabiendo que Dios les había adelantado que si comían de los frutos del árbol indicado, morirían. Aún así, toman la decisión de continúan con el plan propuesto por la serpiente, de ser como Dios”.-(Cfr.Gn.3,6-7)

Si queremos hacer una aplicación contemporánea de estas ideas a nuestro ámbito, la misma se expresa en varios elementos que puntualizaremos y dejo para una posterior reflexión personal:

En primer lugar, muchas veces tomamos decisiones sin conocer sus consecuencias.

En segundo lugar, pretendemos ser, a toda costa, lo que realmente no somos.

En tercer lugar, no vemos importante y valiosa, la necesidad de una formación para poder desenvolvernos en la vida de forma correcta.

En cuarto lugar, no asumimos responsabilidades.

En quinto lugar, procediendo de esta forma, cometemos el error de caer en actitudes superficiales que terminan degradándonos como personas.

Toda esta forma de actuar, nos constituye en una sociedad que se va acostumbrando a no respetar la norma, a no respetar al otro y por consiguiente a no valorar, se puede decir, que nos estamos constituyendo en una sociedad indiferentemente egoísta. Dónde, se cambia lo importante por lo que gusta. Todo lo cual nos trae como consecuencia una sistemática degradación que nos lleva a un futuro oscuro como sociedad. Este futuro, de seguir por este camino, estará formado por una sociedad sin identidad, sin valores firmes, sin responsabilidad, sin compromisos. En este tipo de sociedad, la misma, como sociedad no existe, solo existirá un grupo de individuos totalmente cerrados sobre sí mismos, donde el otro no exista. Es decir, seremos individuos, pero no seremos personas. Y si eventualmente existe, solo será para cubrir un antojo personal y egoísta. Y aún en este caso, seguiremos siendo individuos, pero no personas.

En definitiva, en el futuro, si continuamos con esta conducta, terminaremos aniquilando a la persona, que naturalmente es un ser llamado a vivir en apertura, tal como lo pensó Dios al comienzo de la historia, cuando dijo, “hagamos al Hombre, a imagen y semejanza nuestra, y manden en los peces del mar, en las aves del cielo….”(G1,26). Es decir nos creó como una sociedad, dónde el uno necesita del otro, para crecer y desarrollarse, es decir, para plenificarse y ser feliz.  Esta particularidad, solo se da en la persona y al tomar decisiones erróneas, como las que estamos analizando, estamos anulando o degradando a esa persona.

Con estas líneas, hago una invitación a respetar la norma, ella nos traerá el respeto al otro, y nos hará crecer como personas y como pueblo.

Hasta la próxima….

Published in: on 12 julio, 2010 at 11:12 pm  Deja un comentario  

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